Valle de Guadalupe BC
Enólogo Gustavo González
Después de un opíparo desayuno en la Fonda de Doña Esthela, nos dirigimos casi casi cruzando la calle, bueno en realidad subiendo la calle hasta llegar a Vinícola a La Lomita, con una extraordinaria vista Del Valle de Guadalupe.
Lo primero que te sorprende al entrar es la boutique, donde exhiben obviamente sus vinos y algunos productos relacionados con la degustación de los vinos en un ambiente casual y relajado. Todo de muy buena calidad y gusto.
En esta vinícola los detalles y el servicio son importantes y te lo hacen notar desde el momento en que el visitante ingresa. Todo está muy bien cuidado y presentado y el personal es además de amable, sumamente profesional y preparado para resolver cualquier duda del visitante.
Varias cosas me llamaron la atención de esta bodega, una de ellas la influencia que el arte tiene en toda la dirección creativa de La Lomita. Realimente podríamos decir que el ADN de este lugar pasa por la pasión y el arte trabajando mano con mano para crear una experiencia integral para el viajero.
El arte se siente desde el momento en que pones un pie en este mágico lugar.
Todo en la bodega tiene una razón de ser, no hay detalles ni cabos sueltos. Empecemos por las etiquetas que para distinguirse del buen trabajo que se hace en otras vinícolas en La Lomita son desarrolladas en colaboración con reconocidos artistas.
Esta incorporación de arte y vino se traduce en una propuesta muy robusta, ya que los artistas plasman en las etiquetas su visión este matrimonio entre el arte y el vino y aunque cada etiqueta es completamente diferente y cuenta perfectamente la historia del líquido contenido en esa botella, cuando ves toda la línea en conjunto se puede sentir que el tema del arte es el denominador común.
Entre muchos otros reconocidos artistas, la vinícola ha contado con colaboraciones de Jorge Tellaeche y Natalia Lafourcade en las etiquetas pero no solo eso, ya que además las pinturas de Tellaeche están plasmadas en las paredes de la vinícola con la obra “antes cómo antes y ahora cómo ahora” frase atribuida al padre del actual dueño de la bodega y que habla en esencia de lo importante que es entender el contexto de cada época y saber adaptarnos a los nuevos tiempos, aunque hayamos aprendido a hacer las cosas de otra manera que en su momento nos funcionó, pero ahora ya no es así.
Este mural de Tellaeche se convierte en una oportunidad de foto imperdible para el visitante y un recuerdo imborrable en el corazón de quien visita este gran lugar del vino mexicano. No hay cámara que se resista a tomarse la foto en el banco que se puso exprofeso para ese motivo frente al mural.
La sala de degustación tiene varios elementos de arte los cuales son rescatados en algunas de sus etiquetas, lo cual me parece muy inteligente y diferenciado. Como se mencionó anteriormente todo está perfectamente conceptualizado y ejecutado de manera precisa.
En esta peculiar sala de degustación que además del arte ofrece al visitante una gran vista del Valle, llegamos al mejor momento de la visita. Ya lo adivinaste querido lector, llegamos al momento de la degustación donde nos ofrecieron una extraordinaria selección de los vinos de esta bodega.
De los varios vinos degustados, todos buenos sin lugar a dudas, hubo dos que particularmente llamaron la atención de este blog: Pagano un 100% Grenache con una narrativa muy interesante explicada por Gaby, nuestra anfitriona en esta visita que nos contó todo lo que hay detrás del nombre y la selección de la uva (lo puedes ver en el video adjunto) y Singular que es un ensamble que cada año se elabora de manera diferente con los mejores varietales que produce la bodega y en el que cada año la etiqueta se encarga a algún artista diferente.
De esta forma, como bien lo dice su nombre cada Singular es único, por que ni por dentro ni por fuera son iguales.
Después bajamos a la sala de tanques y a la cava. Nos pareció que desde su diseño la vinícola La Lomita está muy bien pensada para temas de enotecnia y enoturismo.
La bodega está construida en dos plantas. En la planta superior se hace la degustación y las explicaciones de los diferentes vinos en la parte de enoturismo y en la de enotecnia arriba se hace toda la maceración de la uva y por gravedad se envía a los tanques que están capacitados para recibir directamente el mosto. El suelo tiene unos hoyos prefabricados tapados con láminas de acero circulares que pueden removerse cuando sea necesario ya que en realidad son las tapas de acero de los tanques con los que conectan abajo. Además en un sistema por demás ingenioso, la despalilladora cuenta con unas rueditas, lo cual les permite ir llenando tanque por tanque.
En la parte inferior se encuentra la cava y los tanques de fermentación. De llamar la atención son los tanques troncocónicos con los que cuenta la bodega y la cava. Una cava que tiene unos toques de luz entre roja y anaranjada que hacen que la cava sea visualmente muy atractiva. Arquitectónicamente, la bodega fue diseñada y edificada una manera totalmente que nos permite ver cómo son los suelos del Valle de Guadalupe en vivo y en directo y por medio de la explicación proporcionada se comprende perfectamente de dónde viene el carácter mineral de los vinos de todo el valle.
En cuanto a la parte de la explicación, tuvimos la suerte de que nos explicara todo Gaby, directora de La Lomita y la verdad sus explicaciones no sólo son impecables sino que desbordan una pasión por el trabajo de La Lomita que se vuelve verdaderamente contagioso. Realmente logra transmitir toda la pasión y el orgullo que siente esta vinícola por sus vinos, su tierra y sus etiquetas.
Si piensas darte una vuelta por el Valle de Guadalupe vale la pena considerar una visita a La Lomita, donde podrás conocer el trabajo del enólogo Gustavo González, sus vinos y toda la pasión, arte e historia que mueven a esta vinícola, que todos los días se esmera por poner en alto el nombre de los vinos de México y de Baja California.